[Cápsula 2] El neumático que problema ¿O no?

Desafortunadamente no todos los neumáticos usados pueden ser renovados. El escrutinio sobre su renovación pasa a través de un preciso sistema de controles para verificar que la carcasa no haya sufrido daños estructurales.

Cabe destacar que un neumático no está hecho solo de goma, sino que hay otros importantes componentes que le otorgan estabilidad y robustez.

En particular las capas de acero que conforman la estructura de la llanta deben estar en perfectas condiciones para que la misma pueda ser renovada.

En siete casos sobre diez, la carcasa pasa el control y es enviada a la etapa sucesiva, sin embargo el 30% es destinado a la disposición final.

Para evitar que estas llantas terminen abandonadas en las carreteras, contaminando ríos o llenando los vertederos de las ciudades, hace aproximadamente dos décadas, se han ido desarrollando equipos capaces de destruir los neumáticos, primariamente para reducir sus dimensiones y sucesivamente para reutilizar en otro proceso productivo esta materia “prima-segunda” derivante del proceso de destrucción.

Nace así el reciclaje de cauchos, capaz de absorber, por lo menos en parte, el desecho generado por los neumáticos llegados a final de su vida útil.

Como en muchos otros sectores del reciclaje, este etapa representa un hito ya que se está recuperando un desecho para convertirlo en otra materia prima lista para ingresar en un nuevo ciclo productivo.

En este ejemplo se ejemplifica uno de los principios de la Economia Circular: “waste is food”. El desecho de uno es el nutrimiento de otro.